Si hay algo que cada vez se hace más y más evidente tanto por los casos que se multiplican como por el olor que desprenden los mismos, es la increíble capacidad de corrupción existente en el sistema político-económico y judicial de este país. Supongo que es el motivo por el cual me decanté hace un par de días por dibujar a Spider Jerusalem, protagonista de una de las mejores sátiras políticas que he tenido el placer de leer nunca a base de viñetas, Transmetropolitan.
Lápiz sobre papel Canson, entintado y color digital.